Si te nombro,
tu otra presencia sin pedir permiso,
viene a mi encuentro.
Y puedes verme sin necesidad de preguntar porqué
ese escalofrío o porqué ese crispar de tu piel
te llama a estremecerte con una furia tierna,
como si entrases a las primeras horas
de una nueva constelación de referentes,
como si cruzaras lenta y silente
el telón de una nueva mañana.
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