martes, 2 de octubre de 2007

Días de cuento bajo cero

El oso alado en el museo del prado
yace ante los ojos inmunes de una estatua,
como la esposa de un sueño congelado.

Los días detenidos y a cuentagotas
pasan como brisa mientras duerme
la siesta del tiempo, el final y la llegada.

El hombre es la manipulación expresa,
el ejemplo de la maldad
llevada a términos de la perfecta ecuación.

La mujer y la promesa,
la tácita ilusión, sistemática rudeza,
del que marca los días en la pared de su prisión.

julio 6 de 2oo6

180º

Y aquí otro dizque poema bastante básico pero no por eso menos chingonamente maleta. Al parecer vio la luz en marzo de 2006.

180º


Primero fue la bruma y sus siete melodías,
después vinieron nubes
y al final monotonía.

Fue en la noche mi refugio,
una tregua para recordar a Dios;
fueron treinta días de Junio
y en el treinta y uno no estuviste tú.

Los cuervos hicieron su nido
en mi casa del árbol fantasma,
pintaron de negro los bosques
y con ellos se largó la calma.

Fue el ocaso la respuesta a mi vida sin plegarias,
triste tiempo conjugado;
nueve abriles sin mañanas.

Pasó la tempestad,
el cielo volvió a teñirse de estrellas;
regresó lo que parecía luz
y tu luz no volvió con ella.