lunes, 26 de octubre de 2009

Un tributo al maestro Rubén Bonifaz Nuño

Entrar a la lírica del señor Rubén Bonifaz Nuño, es sin duda descubrir un mundo en el que el amor puede ser peligrosamente dulce, sin llegar a ser asfixiantemente cursi. Ingresar a sus paisajes cálidos, refulgentes de vida, es sin duda, algo, que no deben dejar pasar. Este querido viejo es un hombre que sin dejar la poesía clásica atrás, le habla a los hombres, a las mujeres también, claro, en una forma humana, sin demasiada cháchara distractora, logrando momentos realmente sublimes dentro de la poesía mexicana. He aquí un humilde homenaje a tan grande poeta.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Guadalupe Dueñas



Tiene la noche un árbol y también una mujer hermosa arriba del constelado manto, que según leo en las reseñas del 2002, dejó de respirar nuestro venenoso México el 18 de diciembre de ese año. Sin lugar a dudas el suceso que me hizo conocerla, es tan mágico (guardando su porporcional distancia), como esa tinta latente con la que escribió sus relatos. Así pues contaré, que hace un año, iba yo caminando a la casa de la flaca Nuria, cuando, de pronto, en un puesto de una señora, que se me hacía como Lila Downs con un par de décadas más encima, en el que yo ya había reparado antes, al comprar una edición de Joaquín Mortiz con poemas de Xavier Villaurrutia (Nostalgia de la muerte), me topé con una máscara de látex y tela, que guardaba la peculiaridad de tener cosido por dentro de las cavidades oculares, unos pequeños trozos de tela translúcida de color morado con unas chaquiras pegadas encima. Después de pagar algo así como treinta pesos por la peculiar mascarita, vi en su recortado arsenal de libros, uno con un peculiar nombre, y demasiado llamativo para alguien que se pretende poeta: "Tiene la noche un árbol". Me dispuse a revisar la contraportada y me encontré con una reseña realmente surreal, que solamente una pluma mexicana podría plasmar; y no porqué seamos los reyes del surrealismo, sino porque simplemente nacimos así. Es más, me caen tan bien, que... Pondré dicha reseña escrita por la misma Dueñas, o alguien que se la fusiló sin pedirle permiso:

"Tiene la noche un árbol tras el que se esconde un hombre que solloza con furor de tigre. Hay una niña llamada Mariquita, presa dentro de un pomo de cristal -que en su tiempo guardó chiles de conserva- que provocó que una de sus hermanas tomara una coloración amarillenta por vivir siempre bajo el terror de su existecia. Pululan en la noche de los cementerios ratas calvas que duermen. Circulan también decires populares según los cuales los piojos tienen en la espalda un ojo rasgado de tigre con pestañas verdes... Más hay también, ¡Oh tierra!, una madre que muerde feliz los cachetes de su hijo para sacarle chapas, una niña de la costa que viene al altiplano a mejorar su dicción y que en el fondo lo que quiere es ser sirena, y entre muchas maravillas más, un cuento, "Digo yo como vaca", que explica el feminismo con mayor claridad que los textos de más fama sobre el tema: "Si hubiera nacido vaca estaría contenta. Tendría un alma apacible y cuadrúpeda y unos ojos soñolientos. Triscaría prefiriendo el perfume del trébol a la madura caña. Por bonita habría de cercarme el bramido del toro. Pero yo siempre estaría inmóvil, solemnee, ídolo de la siesta infinita, mientras mis mandíbulas rumiaran suavemente la eternidad de la tarde."

Y sin más preámbulo, la sección "Dibújame un pinche borreguito", les presenta un par de ilustraciones caseras (de Nuria y su servitore), correspondientes al cuento que le da título al libro.




miércoles, 7 de octubre de 2009

Un tributo al maestro Efraín Huerta

Uno de esos magos que apagó sus velas antes de que yo llegara a este, mi Tristito Federal, en el año de 1984, y que influyó en una manera determinante en mi forma de comprender e intentar hacer poesía, es sin duda "El cocodrilo" Efraín Huerta. Llegué a él, gracias a una edición de Joaquín Mórtiz, editada a principios de los ochentas. que estaba casi casi que sin tocar, en uno de los estantes del librero de mi casa. Fue un cariño lento, pausado, de arraigo, como ese que sienten los que son fanáticos de la barranca. No es la suya, por así decirlo, una poesía abrazadora, al contrario, te repele, te reta, te insulta para después hacerte parte de su fuego. Fue precisamente el despecho, la tristeza violenta del abandono, la que me llevó hasta sus letras; no por nada el primer poema que le leí y me caló como cianuro corriendo por las venas, fue su "Cuarto canto de abandono". Y no por nada también, a estas alturas, a más de cinco años de haberlo leído por vez primera, le hago un tributo audiovisual. Espero que sea de su agrado amigos.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Viva México culebras




Creo que nunca fui demasiado patriota, nisiquiera por aquellas ínfulas que mi padre, trató de cultivarme desde pequeño por una bandera que para mí no decía realmente algo grande o algo significante. Nací sin país, creo, pero, poco a poco comencé a amarlo, fuera de banderas o símbolos que trataran de encasillarlo. Porque no sé, para mí México, mi México, es un espacio de tierra que se explica mucho más allá de tres colores: de sangre, de verde natura, o de pureza, esa siempre de tan perfecta, tan patética. "Los hombres que nos dieron patria", vaya fracesilla ¿no muchachos? Es cierto que ayudaron al defender ciertos intereses encontrados, para que manos extranjeras "dejaran" de exprimir a este lugar que nos contiene, pero de eso a que nos hayan dado patria, existe un largo tema de discusión antes de asentir como si se tratara de un dogma de fe. ¡Que viva Hidalgo y su apoyo a Fernando séptimo de España!; ¡Que viva Madero y su orden para exterminar al ejército de Villa y Zapata!;¡Que vivan los próceres de la revolución democrática mexicana!: ¡Viva Salinas y su tres ceros en el bolsillo! ¡Que viva López Portillo y su defensa canina del peso!; ¡Que viva Luis Echeverría y su política de terrorismo contra los reaccionarios!; ¡qué viva Díaz Ordaz y sus olimpiadas celebradas encima de las tumbas de tantos estudiantes!; ¡Que viva el bufón de Fox con Martita y su oportunista estirpe!; ¡Que viva López Obrador y su circo de cachirulo legítimo!; ¡Que viva Calderón y su experimento nuclear de gobierno!; ¡Que viva la selección mexicana! (que nos emociona tanto con sus mediocres llamaradas de petate); ¡Que viva Televisa y la perra TV azteca, con su programación, pensada en mayoría, para gente retrasada!(al fin y al cabo la audiencia tiene lo que merece); ¡Que viva el viejo imperio del sol y el águila azteca! (aquella otra pestilente monarquía de Dioses humanos y tanta gente masacrada!... Y que viva México, ojalá por muchos años, antes de que la erosión nos alcance y la extorsión de pronto nos termine.

Feliz mes de la patria bajo el yugo de la otra águila calva.

domingo, 30 de agosto de 2009

Eugenio Salvador Dalí

Regresando a esta sección que bien pudo ser bautizada por el perro zombie como "dibújame un pinche borreguito", nos encontramos con una de esas sesiones de un par de muchachos que hacen como que dibujan cuando se aburren, y en esta ocasión, el tema que dio la pauta, fue una canción del extinto grupo Mecano: "Eugenio Salvador Dalí". Escuchen la rola, si quieren claro, e intenten descifrar el enigma tras estos dibujitos realizados por la Flais (hombre muerto, hombre reencarnado, paleta de colores) y yo merol (hombre que pinta en el panteón).

Dalí se desdibuja,
tirita su burbuja al
descontar latidos.
Dalí se decolora,
porque esta lavadora
no distingue tejidos.
Él se da cuenta
y asustado se lamenta,
los genios no deben morir,
son más de ochenta
los que curvan tu osamenta,
Eugenio Salvador Dalí
Bigote rocococo
de dónde acaba el genio a
dónde empieza el loco.
Mirada deslumbrada,
de dónde acaba el loco a
dónde empieza el hada.
En tu cabeza se comprime la belleza
como si fuese una olla expres,
y es el vapor que va saliendo por la pesa,
mágica luz en Cadaqués.
Si te reencarnas en cosa
hazlo en lápiz o en pincel
y Gala de piel sedosa,
que lo haga en lienzo o en papel,
si te reencarnas en carne
vuelve a reencarnarte en tí,
que andamos justos de genios
Eugenio Salvador Dalí.
Realista y surrealista,
con luz de impresionista y
trazo impresionante.
Delirio colorista,
colirio y oculista
de ojos delirantes.
En tu paleta mezclas místicos ascetas,
con ballonetas y con tetas.
Y en tu cerebro Gala, Dios, y las pesetas,
buen catalán anacoreta.
Si te reencarnas en cosa
hazlo en lápiz o en pincel
y Gala de piel sedosa,
que lo haga en lienzo o en papel, ohooh,
si te reencarnas en carne
vuelve a reencarnarte en tí,
queremos genios en vida,
queremos que estés aquí,
Eugenio Salvador Dalí.



domingo, 16 de agosto de 2009

Un imán, una brújula, y demasiada bruma en la cabeza.





Debería tener el libro aquel que me robó algun par de semanas en el año de 2007 para hablar, como se dice, con los pelos de la burra en la mano. Pero no es así. Sólo tengo esta memoria, que se desvanece con el paso de los días, y después de todo sólo queda un rastro de ceniza y algún rostro desteñido.

Entré por la puerta, modestamente grande, para leer a uno de los autores comteporáneos más novedosos y macabros de la lengua detectivezca española, vía "El imán y la brújula"; una historia que se comienza con el andar de un asesino en serie, que mata no porque sea una apéndice del diablo en la tierra, sino porque cree, firmemente, que con la sangre caliente de niños pequeños, podrá curar un mal terminal que aqueja a su hijo. Si bien, lo que sigue es un cambio abrupto, una ruptura total en la línea narrativa, otra historia de plano, para los que tengan ganas de quedarse después de esa "breve confusión", la novela cobra un sentido vertiginoso de fuerza e intriga, que pocos, de los poquísimos autores de novela negra que he leído, me han generado.

Después de un par de semanas de no saber hilar la entrada del secuestro de la hija de un militar español; la aparición de un hombre fino y viejo, mago, y con un conejo de la suerte; un nutrido grupo de matones afromusulmanes, me dispuse a retomar la lectura e hilar la telaraña que más que viajar a un centro, parecía abrirse como un laberinto con muchos caminos y pocas salidas. Entonces me encontré con Éctor Mena, un militar desertor de la guerra en contra de los marroquíes, oriundo de una Sevilla en ruinas y en proceso, que fue encargado a recuperar dos cintas de corte Snuff y profano, en las que se pusieron en escena una combinación de alegorías evangélicas, con la pornografía más sádica y enferma que jamás se hubiera visto en el quéhacer cinematográfico de los años veintes españoles. Así pues, el andar de Mena, encarnación del héroe existencial por excelencia, comienza a coger un rumbo después de dar con una sobrina de los Saturnianos, una cofradía de adinerados y cultos parroquianos en pos de llevar a sus máximas los postulados del marqués de Sade, que dicho sea de paso, son los realizadores de tan controversiales, clandestinas películas. En su camino por la obtención de dichas cintas, este cobrador de presas compartirá camino con un jotísimo y entrañable personaje, un bizarro de Oscar Wilde, que por desgracia quedará destripado en el camino.

Esta novela, contiene en suma, una galería de personajes al parecer imposibles para nuestra realidad, pero muy posibles, pornográficamente posibles, para aquello que se sucede en las actualidades, debajo, y arriba de nuestros pequeños mundos. La labor de Biedma como escritor, es conjuntar en una especie de refinado escenario de Serie B, elementos grotezcos con aromas sólo respirables en nuestro mercado de Sonora, viscerales sentires estomacales y aquello otro que podría denominarse del olvido, o de eso que se quisiera no pensar para no hendir más el cuchillo que un día, sin saberlo nos tragamos. ¿Qué hace el diablo cuando nos vamos tan cansados a nuestras camas?

lunes, 10 de agosto de 2009

Juan Ramòn Biedma, un señor con simpatía por el chamuco.




En alguna visita express, el año pasado, a una tienda de Sam`s Club, me encontrè en la poca surtida secciòn de libros, hurgando a ver si de chiripa me encontraba con algo màs que Chopra, Àngeles Mastretta, o alguna de esas cosillas que sòlo leen las señoras de desabrida alcurnia. Fue entonces que la imagen de una portada en tonos sepia, de un hombre vestido con un traje de tres piezas y sombrero, a la usanza de los años veinte coptò mi atenciòn. El tìtulo "El imàn y la brùjula", no me dijo demasiado. Asì que chequè la contraportada y su temàtica, de un hombre contratado para encontrar unas pelìculas rodadas por los Saturnianos, unos cabrones que ademàs de sentirse algo asì como iluminatis, realizaban pelis como las de Jodorowsky Dark, pero en versiòn porno. Si bien el libro no terminò en lo que se dirìa una genial vuelta de tuerca, la sensaciòn despuès de haberlo leìdo, fue la del niño de tang cuando decía al buen jaime "Quiero màs". (Advertencia, si consigues este libro estoy seguro que no entenderàs un pito hasta que llegues por ahì de la pàgina 25..., justo ahì lo empiezas a querer y no paras hasta decepcionarte con el final)

Ya despuès di con la obra previa a ese libro, una novela por entregas que fue recopilada tambièn por ediciones B, despuès no saber dònde fue publicada ni bajo con qué periodicidad. "El espejo del monstruo" es un compendio de gente con mutaciones genèticas que se encuentra bajo la mira de un cabròn o cabrones, que los andan cazando al màs puro estilo Jalisco. O sea, con mucho apego a la religiòn y a los cànones de la forma en que mataban a los antiguos santos: hervidos, quemados en las brasas, cortados a la mitad verticalmente con sierras para cortar àrboles y cosas asì, re bonitas. Y bueno, como es costumbre en las novelas de corte detectivesco, alguien, o algunos estàn encargados a dar con èl, los responsables y parar la masacre. Estos dos personajes son Set Santiago, un abogado que pasò cinco años de su vida en la càrcel por el asesinato imprudencial de su hija Hungrìa (me lo imaginè como aquèl delantero canoso de la selecciòn italiana del 98), y el inspector Mendivia, un hombre mayor, tozco, solitario, con media cara quemada y cicatrizada cubierta por su cabello largo.

¿Quieren saber mis impresiones de las novelas? Pues tomen airecito y pronto les platicaré de porqué Paco Ignacio Taibo II se volviò fanàtico de este originario de Sevilla y ganador del premio de la semana negra de Gijón.

domingo, 19 de julio de 2009

Escribir al silencio.

Cierro los ojos y la primera línea que viene a mi cabeza de aquél viejo mágico llamado Juan José Arreola, es: "La mujer a la que amé, se ha convertido en un fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones." Ya haciendo más memoria rasco las neuronas y encuentro algún pasaje sobre el guardaagujas, aquella larga conversación entre un hombre que espera el tren,en un pueblo donde no se sabe cuándo diablos volverá a pasar, y un lugareño que le explica las visicitudes del transporte férreo en aquella tierra olvidada de Dios. Después mi mente transita con la fuerza de una tortuga y recuerdo a mi hermana Kary, al frente de una handycam prestada de la escuela, leyendo un cuento (también de un libro prestado) del señor Arreola, en el que mencionaba cuervos, y campos de maíz. Sólo eso recuerdo.

Pero lo bueno es que para los males de olvido tengo una novia, sencilla, alegre, enfermiza, nostálgica, estoica, silenciosa, que a veces, muy de vez en cuando, me lee si se lo pido. Y sucede que su único as bajo la manga, es precisamente el confabulario del señor Arreola. De esta forma, el pasado viernes, invocando al señor Salazar, aplicamos la de a "pues... el título que suene más chido" y escogimos el silencio de Dios, un diálogo a dos misivas en la que un hombre muestra su esencia expuesta siempre más a los pecados que a las virtudes, y se reconoce pequeño, tan cercano a Satanás, tan lejano al cielo. Y culmina con una reflexión bárbara, el hombre que escribe la carta, termina diciendo que casi da por sentado el hecho de que su misiva terminará siendo acomodada por algun ángel, dentro de un archivo en el que sólo reina el silencio.

Así, después de leer lo que contestaría Dios, su Dios, a aquél hombre tan preocupado en temas ontológicos, Nuria y yo, nos dimos a la tarea de echar a volar la poca imaginación que tenemos para dibujar, como niños de kinder, algo que se hubo desprendido de la lectura para habitar en nuestras mentes.

Acá nuestros dibujillos:


lunes, 13 de julio de 2009

Siempre otra vez niño.



Antes de empezar este comentario, quisiera pedir disculpas al joven Paco Espinoza y a todo aquél que se pudo sentir ofendido, por mi entrada agresiva que recuerda a esa canción de Francisquita la del barrio "Me saludas a la tuya". Ahora bien quisiera remitirme a esos tiempos de la primaria en que la vida era mucho más sencilla y menos trágica que ahora. Sucede que el día sábado once de Julio, acompañado por tres amigos de esos tiempos, visité las instalaciones de seis banderas México, y pude volver a recordar, en carne viva lo divertido que era ser niño, y poder volver a ser niño, aunque sea por un día. De esas tres personas, al menos guardo una muy buena añoranza de los tiempos perdidos.

El primero, de mi amigo Victor (el chico de la máscara azul con barbitas (Volador jr), siempre de estatura pequeña, y siempre de tan buen corazón como para defender a sus amigos. Este muchacho fue como el hermano hombre que nunca tuve, pasó al menos dos años de su vida, practicamente, viviendo en mi casa, hasta que el final de la primaria puso una pausa prolongada en nuestra amistad.

El segundo, Carlos Abraham Serrano (el muchacho de prominentes entradas y camiseta de las chivas), era un chico más bien introspectivo que guardaba su magia para aquellos que fueran como él, geniales locos en su interior, y parco para aquellos que no ofrecieran virtudes humanas. De él guardo geniales mañanas compartidas, en las que las clases de Ciencias Sociales, se convertían, en lo que nos dio por llamar Ciencias Payasadas. Lo que hacíamos era sentarnos juntos en esa materia, y transformar los aburridos dictados sobre las culturas del mundo en algo menos que payasadas. Un ejemplo, si la maestra decía que la Muralla China, fue mandada a hacer por un emperador para evitar las arremetidas de pueblos bárbaros y enemigos al interior, nosotros decidíamos que la historia debería ser más divertida y que la muralla China fue construída con bloques de LEGO porque el emperador nada más no le gustaba jugar GO, y además, sufría de serios problemas de xenofobia.

El tercero, Benjamín Mejía (el chico con la máscara del super muñeco), niño de grandes virtudes humanas, siempre amigo y siempre dispuesto a ofrecer lo que no tenía, comparte un recuerdo que me persigue hasta estos días. Sucede que en un bailable para el día de las madres, en nuestro quinto año de primaria, la niña que más me gustó, la niña por la que yo asistía a la escuela, a la mera hora, tras banbalinas, antes de salir a escena me pidió que bailara con ella, valiéndole madres que tenía de pareja al amigo Benjamin. Y la verdad ya no recuerdo si desistí a la utópica petición de aquella mujercita porque Benja era mi amigo, o porque nada más no se me daba lo anarquista en esos tiempos. Así bien, con él comparto esa sensación de: ¿Y si yo hubiera?

¿Quién dice que no se puede viajar en el tiempo?... Mientras haya vida, y exista la posibilidad de revivir a aquellos muertos de nuestro pasado que viven, o que mueren día a dia bajo el tamiz de la indiferencia, hay que mirar atrás, para entender que voltear no significa retroceder. Recordar es vivir, y también morir, yo por eso no me olvido de ser niño, yo por eso, siempre que puedo, intento no ser partícipe del funeral que muchos dan a ese niño que alguna vez fueron.

viernes, 10 de julio de 2009

Sentado bajo el árbol de la noche triste Mexica



Existen dos temas de los que me gustaría hablar, el primero es sobre la noticia que anula la barrida del Partido de la Revolución Nacional en los pasados comicios electorales del domingo, en lo que creo, sería la mente del mexicano promedio, esto es: la ya casi cotidiana mala actuación de la selección mexicana de futbol, coronada por la expulsión de su técnico, el señor Javier Aguirre, quien, ocultándose en una supuesta patada para regresar el balón, impactó a uno de los jugadores del equipo panameño. Si bien el altercado lo único que hizo fue elevar el alto grado de frustración, expresado en el rostro de los más de 50 000 espectadores mexicanos que se encontraban en las gradas del estadio en la ciudad de Houston, para que comenzaran a arrojar toda clase de objetos a la cancha, lo que más llamó mi atención, fuera de aquél discurso políticamente correcto de los cronistas deportivos -"El vasco perdió la cabeza cuando la selección estaba mostrando su mejor juego"- es el hecho de que el equipo mexicano no estaba jugando bien, y sólo había llegado a la portería contraria, en una ocasión de contragolpe, apenas rebasados los 10 minutos de juego, nada más. Razón definitiva como para querer entrar a la cancha a golpear a uno de esos tosudos jugadores panameños, o mejor aún, razón justificable para irse en contra de alguno de sus pupilos y cocerlos a zapes hasta que entendieran el motivo por el que estaban en esa cancha. Se podría decir lo que sea, que Panamá resultó una onceava complicada que no quería jugar ni dejar jugar pero, una cadena desastroza de muchos partidos del equipo mexicano, demuestra que no era Panamá, sino ellos, otra vez, en el mismo laberinto, del no saber qué hacer con un balón en un terreno de juego.

Es una pena horriblísima despertar después de haberse drogado con el sueño americano. Aquella selección mexicana ganadora del mundial juvenil, nada más no termina de cuajar con el sistema de los supuestos experimentados. Después de aquella pasable (otra vez mediocre) actuación en el mundial de Alemania, la situación del equipo nacional no ha logrado la providencia en lo más mínimo. Y ahora, sentado en el banquillo de la noche triste mexica, lo único que se rescata es la forma en que un entrenador,el tercero para ser exactos, se deja de poses de diva, o de indiferencia al estilo sueco, y decide entrarle al teatro, cuando su equipo está como para ser empalado.

Aplaudo esa actitud querido Vasco. Te entiendo, es horrible esa sensación de saber que jamás ganaremos un mundial.

jueves, 2 de julio de 2009

En el corazón de las tinieblas


Retomo este título acuñado por Joseph Conrad para hablar sobre una de las pequeñas grandes tragedias que embargan la inmediatez del pancracio nacional. Ya lo dijo en el pasado el señor André Bretón: México es un país surreal; imposible sería armar un teatro fársico y barroco, cuando lo que se tiene es una realidad, así: fársica y barroca. De esta forma, parida como por un Dios de corte bacanal, tenemos a la lucha libre mexicana y a todas las calaveras y diablitos que de ella podrían producirse. La noticia de esta semana, se adhiere a esa pequeña cadena de sucesos desafortunados, que podrían formar parte de algún guión cinematográfico, salido de la pacheca mente del señor Alejandro Jodorowsky.
La madrugada del miércoles primero de Julio del año en turno, se descubrieron, en un hotel cercano a la Arena Coliseo, los cuerpos sin vida de los gemelos Alberto y Alejandro Jiménez, que fueran mejor conocidos, en el ambiente de la lucha independiente, como Parkita y Espectrito. Las investigaciones señalan que, tras su participación en una función luchística el pasado fin de semana en tierras tapatías, estos luchadores de pequeñas dimensiones, regresaron a la ciudad a festejar al estilo Jalisco, a Garibaldi, el mismísimo corazón de las tinieblas de una de las películas (Santa Sangre) del “director de cine” citado en el párrafo anterior. Ya entrada la noche las ahora víctimas, se encaminaron por la calle Incas al hotel Moderna, acompañados de lo que al parecer, eran un par de prostitutas. Horas después, estas chicas saldrían con un par de bolsas, dejando adentro de la habitación, una suerte de trágico surrealismo, la escena imperfecta y mágica de un crimen a cuentagotas. Pasado algún tiempo el encargado del hotel acudiría a tocar la puerta de la habitación, para avisar el término del tiempo por el que había sido alquilada la pieza. Tras no recibir respuesta alguna, el empleado abriría la puerta del lugar, encontrando sobre el par de camas, los pequeños cadáveres de los luchadores. Se sospecha que los ahora occisos fueron probablemente, víctimas de una banda de prostitutas conocidas como las “goteras”, un grupo delictivo cuyo modus operandi, es la de sedar a su clientela con gotas oftálmicas diluídas en bebidas alcohólicas, para a la postre dejar inconscientes a sus víctimas y llevarse sus pertenencias.
El término “Divertirse como enanos”, acá tocó una trágica escala de notas, que, acompañada con las lluviosas y tristes mañanas de verano capitalino, trajeron como consecuencia una noticia tan negra como la noche.
Descansen en paz este par de inmortales de los encordados nacionales. Ya el cielo abrió sus puertas para sus pequeños luchadores.

martes, 5 de mayo de 2009

Fragmento de la novela "Jardines de Kensington", escrita por Rodrigo Fresán.

Nunca sucedió gran cosa en Kirriemuir, pero desde la muerte de David lo único que ocurre en la casa de Brechin Road es su muerte. Una y otra vez instalada en la cabecera de la mesa familiar, en misa, en todas partes. Barrie elude esa inocurrencia de muerte viva. Barrie se escapa metiéndose adenro de libros. Barrie abre libros como si fueran ventanas, abre libros para dejar paso a la luz de una historia en una vida tan saombría. Barrie sale de allí leyendo y los libros entran en él. Barrie y Robinson Crusoe y Treasure Island y The Arabian Nights en una lujosa edición infantil y sin ilustraciones lujuriosas. Barrie lee historias de viajeros solitarios y de viajeros perdidos. Barrie piensa en su madre como en una reina prisionera. Barrie entra en la habitación de su madre, siempre a oscuras, como si entrara en una cueva del tesoro o en una tormenta en altamar. Entra en libros y los cierra y Barrie se pregunta qué es lo que ocurre cuando un libro se cierra, cuando el cuento que cuenta es interrumpido. Barrie se pregunta cuál es la velocidad de un libro: ¿la velocidad que desarrolló el autor al escribirlo o la velocidad que alcanzan los lectores al leerlo? Es más: ¿se detiene un libro cuando se lo deja a un lado o son los libros máquinas de movimiento perpetuo que funcionan sin necesidad de los lectores? Los libros como motores mágicos que no dejan de impulsar a sus héroes y villanos hacia nuevas orillas y palacios y es por eso que no conviene interrumpir su lectura, piensa Barrie: uno se pierde tantas cosas cuando cierra un libro. Hay noches en que Barrie juraría que oye a los libros conversar entre ellos, mezclarse, contarse sus vidas y sus obras, recordar sus tramas, sus mejores momentos. Barrie piensa que leer es hacer memoria y que escribir, también, es hacer memoria. Los recuerdos del que escribe -los escritores no hacen otra cosa que recordar algo que se les ocurrió o que les ocurrió o que no les ocurrirá nunca, pero que ahora ocurre mientras escriben- se incorporan a los recuerdos del que lee hasta ya no saber dónde empiezan unos y dónde terminan los otros. El escritor como intermediario, como espiritista espiritual, como iluminador de la manera en que los libros son los fantasmas de los escritores vivos y los escritores muertos son los fantasmas de los libros. Y tal vez eso sea la inmortalidad, el no envejecer nunca, se dice Barrie. La tinta como el elixir de la vida eterna que se bebe a través de los ojos, y Barrie piensa que si hay algo mejor que ser escritor, ese algo es ser personaje.

Fresán Rodrigo, Jardines de Kensington, Editorial Mondadori, pp 32 y 33, Barcelona 2003.

miércoles, 29 de abril de 2009

Roberta

Es una mujer apenas delgada y apenas existente. Se pasea ausente de lo que le rodea, y cuando alguien le pregunta por un libro sus ojos se encienden. Si puede recomendar uno mejor y hacer crítica destructiva sobre el que le requieren y no le gusta, lo hace. Ya después si se mete en un lío bizantino, se harta, hace su trabajo y regresa a acomodar otros libros, pensando que hay gente más pendeja que uno, siempre.

Alguna vez se enteró de la existencia de Rodrigo Fresán por rebote de aquello que Roberto Bolaño, creador de los "Detectives Salvajes", recomendaba. Y no es que le gustara fanáticamente lo que el finado chileno hiciera, no. De hecho esa novela sólo le gustó por el hecho de mantener, en su línea narrativa, de pronto, una secta de pseudopoetas,en búsqueda de la precursora de un misterio sobre algo que les unía, la poesía. La onda tenebrista y ojerosa en la que terminó, más las distintas bifurcaciones del texto en decenas de narradores, terminó por darle un resquicio bastante fuerte de desazón pendenciera.

A sus diecinueve años ni las letras, que demasiado pesadas resultaron. Ni las ciencias de la comunicación, repleta de gente pasada de laxa y nada, le llenaron el morral y decidió tirarse a la aventura de salir de su casa y buscar trabajo en una biblioteca para ver qué pasaba.

Días después consiguió un empleo en la biblioteca del barrio y Fue ahí que dio con un ejemplar perdido de ese escritor argentino: Fresán. La novela en cuestión: "Jardines de Kensingthon". Jamás la terminó de leer pero algo encontró ahí que le cambió la perspectiva de las cosas. Una cita sobre los libros en el silencio de los libreros y los estantes. Sobre su inmortalidad. Sobre su finitud nunca finita. Sobre sus conversaciones. Sobre lo genial que sería ser un personaje, o una historia, así, de esas proporciones. Invencibles intocables.

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Es esta una intensión de prosa literaria para generar ficción gráfica en un guión. Ya pronto, en cuanto tenga la compu de casa funcionando, seguiré. Espero que sea muy pronto.

martes, 28 de abril de 2009

El pasado es un juguete rabioso.

La mañana del lunes 27 amanecí aplicándome una llave luchística a mí mismo. Ustedes, que no son ustedes, sino una proyección del otro mío que leé (porque acá realmente no se acercan ni los fantasmas) se preguntarán cómo es esto posible: sucede que un día antes, el domingo, después de haberme despachado varias kilocalorías de carne asada con la familia, decidí ir a ver las patéticas luchas de la tripe A. Y acto seguido, auspiciado por los lances y las chidas tonterías que allí se suceden, "ultra extremismo y violencia" por parte de los "uno ocho siete", un tal Joe lider y otro cabrón con el nombre más patético que haya en este momento "Nicho el millonario", tomé la determinación de ir con mi primo Emilio, que después de la partida de mi hermana Kary, se convirtió en algo así como mi hermano, a armar la cama elástica que dejó karusa entre todos sus bienes mágicos sin testamento.

Así pues, con ayuda de otras dos primas que quisieron unirse a la sesión de ultra violencia, lo armamos con presta solidaridad. Terminada dicha tarea, como el buen Orozco que cuando come no conoce, impedí la ascención de la familia al trampolín para poder yo hacer mis primeros lances. Cuál fue mi sorpresa que al treparme al no encordado y hacer mis primeras suertes, después de un sentón y una tirada de rodillas, intenté un mortal hacia atrás, cosa que jamás me ha salido bien, y boinas, por descuido dejé ir todo mi peso sobre mi brazo mágico: el izquierdo. El resultado, una subluxación que me dejó por la noche la imposibilidad de dormir boca abajo, como siempre acostumbro.

De esta forma, después de haber ido al doc y haber recibido unas hueseadas, medicamento y la orden para sacarme unas ratios, me fui a dormir, y cinco horas y media después despierto boca abajo con el sentimiento de que si me movía me tronaría el hueso. Así pues lo primero que hice al no poder voltearme sin el peligro de joderme el brazo mágico, le grité a Mamá (como cuando niño, lo hacía con papá para pedirle que me trajera un vaso con agua escondido dentro de las cobijas para que no me tragaran mis enemigos imaginarios), para que viniera a socorrerme. Así pues ante mi tonelaje lo único que pudo hacer fue jalarme de los pies lo más que pudo, de tal forma que bajara hincado sin lastimarme el brazo sobre el cuál estaba aplicando la llave.

Después del salvamento, ante el temor de dormir, y ya dormido volver a girarme boca abajo, me puse a recordar lo sucedido antes de la levantada. Y esto fue un sueño relacionado a una chica llamada Anaid que tiempo atrás, años, diez, para ser exactos, me traía embrujado, así nada más, porque de pronto, a los catorce, cuando uno es medio inexperto, uno se deja embrujar por alguna chica con dos que tres bonitos atributos, y huevos carnal, te enganchan sin nisiquiera hablarte. Y así fue que a pesar de la distancia del momento en que eso era un momento para el presente, me dejé ir como quinceañero, y comencé a pensar en lo lindo y extraño que era pararse a las cinco y media de la mañana con la única ilusión de ver entrar en el salón de clase a la susodicha. Y siempre, bajo alguna forma, encontrar la excusa para hacerla reír, para saludarla, y no terminar con ese momento nunca.

Pero bueno, ese momento pasó hace casi diez años, y ahora esa chica es mi "amiga", que ahora vive en Bath, Inglaterra y que tres veces al año viene a visitar a su familia, y que en una de esas venidas me ayudó a hacer un corto escolar. Amiga con la que también fui a ver "el caballero de la noche". Y con la que comparto nada más que un bello momento, y digamos... el recuerdo de amar como un quinceañero.

Bien por eso.

domingo, 19 de abril de 2009

Días de lucha.




Tal vez sólo en este país y en algunos de nuestro otro continente americano, donde la muerte y la opresión es una mezcla de recuerdos, magia, nostalgia y leyenda, el panorama de la lucha libre es una alegoría perfecta de lo que podría significar vivir siempre en domingo.

En ese rito lúdico de máscaras, mentadas de madre, teatro de la violencia aérea, y demáses, bien podría encontrarse una sincretización de los elementos prehispánicos donde el lado de los buenos: los científicos de la esquina técnica, arremeten contra aquellos que osaron cruzar el portal del Mictlán, para pasar factura de residencia a los moradores del día. O también la arista menos dramática y mucho más juguetona de los bailes después de la colonia, en donde enmascarados representan a los invasores, a los animales sagrados y a otros tantos personajes no menos importantes, brindando un goce estético y representativo de los cultos del pasado y las batallas, a los provincianos en sus días de respiro dominical.

Al más puro estilo del pancracio romano, en donde el espectáculo servía para administrar violentas dósis de anestesia a las masas, la comitiva mexicana no dista mucho de aquella pauta dictada. Fuera de los fresas oportunistas y turistas que buscan en la lucha la risa estúpida, o el agrado curioso, el mundo dentro de las luchas para los que viven de y para las luchas, es una verdad totalizadora. Ellos adoptan la mentira desde niños, y como tales, se subliman ante la guarrería y la magia dentro de los encordados.

Vivir es peligroso, está de la chingada, pero también es mágico.

miércoles, 15 de abril de 2009

Con motivos del cambio de razón social de este changarro.

Existe una náusea horrorosa en nosotros los de casta flemática que nos da por ponernos intelectoguapachosos para apantallar señoritas, que en otra vida fueron perfumadas pueblerinas, testigos apremiantes de paseos dominicales en la Alameda.

Evidente es la forma en que heridos de alguna bala perdida, con el yerro del desinterés por la vida, nos enfrentamos como zombies trajeados en una peli de serie C, en homenaje a las glorias involuntarias del cine nacional.

Lo cierto, es que vivir es peligroso y no nos dimos cuenta, y también nos da igual, y cantamos pendejadas no aprendidas, con este sentimiento de haber habitado toda la vida en un puto domingo. Ahora sé lo fácil que sería reencarnar en un cabrón como Raúl Velasco, ahora sé lo que es decir aún hay más, a sabiendas de que al cabrón del astillero, se le olvidó colocar un timón a esta trajinera en la que navego.