Si nada pasa de este lado del puente,
si nada pasa porque no estás y no te miro…
tan sólo yo con mi voz quebrada
y este corazón que tan lejano siente tu latido.
Olvidar es borrar,
decir no lo viví,
decir no te he vivido.
Pero subsistes,
sigues siendo ese torrente,
sigues sangre galopando
por las fuentes
de la gran casona abandonada
que contiene los despojos de éste,
mi retiro.
Será que no escuchamos
y la única forma de comunicarnos,
abriendo nuestro ser, es enviando
entre líneas, pequeños signos
que escapan a la agresión de repelernos;
porque estamos enfermos de nostalgia,
porque al parecer en la distancia
nos amamos más y es ésta
la forma de definirlo.
Decir que no lo entiendo
sería negar que siempre lo he sentido
y es mi corazón de furia quien te guarda,
y es en la memoria de mis manos,
en el aroma que de mi mente emanas,
la señal de que te amo, y amor,
ya no tengo recato para decirlo.
Es por eso que sobrevivo,
porque todas las cosas que me rodean,
no son mías, tienen algo de ti: las nubes
con la suavidad y el delirio de tu cuerpo;
la luna con su misterio, el mismo de tus ojos
y el centro palpitante de la tierra, que no es otro
que el latido, como himno de galaxias
de tu corazón.
Porqué no acortas las palabras,
los vocablos que hacen
templos de la lejanía.
Porqué no pones dinamita
a la sentencia hostil
de hablar de amor
tan sólo para herirnos.
La noche en que no estás grita tu nombre,
mis noches no paran de repetirlo.
18 de Octubre de 2010
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