domingo, 22 de agosto de 2010

Más corazón que odio



Existió un tiempo en que el cine pudo defender discursos sobre el racismo y la supremacía blanca, y en el que el hacerlo, no estaba mal visto. Un tiempo en que el cine era dejarse sorprender por la capacidad de asombro que los vastos páramos de Utah, habitados por gigantes prismáticos en el "Monument Valley", generaban y eran el sitio donde lo desconocido, era tachado casi a la par de lo diabólico. Espacio y tiempo en que la sed de sangre era hasta entonces, un inocente desvarío en la audiencia, que confundía arraigo histórico, con patriotismo perverso.
De esta forma, y “clausurando” la primera etapa del género Western maquilado en los Estados Unidos, John Ford, (ése peculiar gran hombre de parche en el ojo, como personaje salido de película de su colega Sam Peckimpah), trajo consigo, tal vez la película más memorable de su filmografía, quien retomando al ícono por excelencia del género, coloca a su incansable alter ego, el duque John Wayne, en un personaje que es suma del aprendizaje que ha traído la interminable, cruenta y degenerativa violencia, establecida para mantener a raya un territorio que fue robado a sangre y mansalva. Pero lo hace de una forma en que deja abierta la brecha del aprendizaje como la confirmación de teorías muy ligadas al destino manifiesto. Se sigue viendo a los pieles rojas como una raza maligna e inferior, desmerecedora de la tierra que les pertenece por derecho de antigüedad.
The searchers, o "Más corazón que odio" por su título en español, relata la historia de un hombre que regresa a la casa de su hermano tras haber perdido con el ejército sureño, la guerra civil norteamericana. Amargado y convencido de que no hay nada mejor que pasar los últimos días de su vida en su lugar de origen, intenta retomar la antigua costumbre campirana hasta que muy pronto, una brigada de hombres del lugar, encabezados por el reverendo, solicitan su servicio como miliciano, para ir en busca del ganado robado por unos comanches. Ya en el camino se dan cuenta que todo era una trampa para dejar indefenso el sitio y arrasarlo. Así es que al volver descubre que acabaron con su familia y que además raptaron a sus dos sobrinas. Es en ese momento que resuelve organizar una expedición para ir a su rescate. Durante todo ese trayecto que se posterga durante cinco años, se libran escenas realmente memorables por las que directores de la talla de Steven Spielberg se atrevieron a decir, que "The searchers es la mejor película de todos los tiempos". Y en verdad que existen secuencias como para quedarse perplejos: Una persecución por parte de los comanches a través de un desfiladero, que termina en la salvación impuesta por un río; los cantos de la muerte previo al ataque comanche; los diálogos de los vaqueros al sentirse acorralados por la amenaza y superioridad numérica; la presencia siempre misteriosa y preponderante de "Scar" el jefe de la tribu; un episodio violento y poético en donde John Wayne, al descubrir junto con los rastreadores una tumba oculta comanche, tira un par de balazos al rostro del cadáver, para rematar diciendo algo así como: "ahora sin sus ojos, no podrá encontrar el camino a su morada en el silencio”.
Momentos épicos para la posteridad en la historia del cine son los que se viven en esta película, cuyo final se reserva para los duros de corazón que guardan un resquicio de salvación en el sentido de amor filial para la familia. Y al final un hombre en el dilema complicado de su retorcida ética, ¿buscar a la niña que fue sustraída del seno materno y acabar con ella porque se ha convertido en la mujer del asesino de su hermano, o dejar que el veneno acumulado en su corazón se evapore y pese más el amor que el odio?
Baste decir que gracias a esta película auspiciada aún por las viejas formas de hacer cine (technicolor a rompeluces sin importar la carga dramática del tema tratado, acartonamiento actoral, musicalizaciones ñoñas, humor inocente e involuntario, etc…), seabrió una brecha temática, narrativa y técnica en la forma de contar historias que inspiró el nuevo cine hollywoodense de cepa independiente, dirigido por personas como Scorsese, Coppola, Spielberg y demás, hoy, vacas sagradas.

1 comentario:

Zeuxis Vargas dijo...

amo esas pelis del oeste spagueti, ringa, yango, los desiertos. habrá que verla