miércoles, 21 de octubre de 2009

Guadalupe Dueñas



Tiene la noche un árbol y también una mujer hermosa arriba del constelado manto, que según leo en las reseñas del 2002, dejó de respirar nuestro venenoso México el 18 de diciembre de ese año. Sin lugar a dudas el suceso que me hizo conocerla, es tan mágico (guardando su porporcional distancia), como esa tinta latente con la que escribió sus relatos. Así pues contaré, que hace un año, iba yo caminando a la casa de la flaca Nuria, cuando, de pronto, en un puesto de una señora, que se me hacía como Lila Downs con un par de décadas más encima, en el que yo ya había reparado antes, al comprar una edición de Joaquín Mortiz con poemas de Xavier Villaurrutia (Nostalgia de la muerte), me topé con una máscara de látex y tela, que guardaba la peculiaridad de tener cosido por dentro de las cavidades oculares, unos pequeños trozos de tela translúcida de color morado con unas chaquiras pegadas encima. Después de pagar algo así como treinta pesos por la peculiar mascarita, vi en su recortado arsenal de libros, uno con un peculiar nombre, y demasiado llamativo para alguien que se pretende poeta: "Tiene la noche un árbol". Me dispuse a revisar la contraportada y me encontré con una reseña realmente surreal, que solamente una pluma mexicana podría plasmar; y no porqué seamos los reyes del surrealismo, sino porque simplemente nacimos así. Es más, me caen tan bien, que... Pondré dicha reseña escrita por la misma Dueñas, o alguien que se la fusiló sin pedirle permiso:

"Tiene la noche un árbol tras el que se esconde un hombre que solloza con furor de tigre. Hay una niña llamada Mariquita, presa dentro de un pomo de cristal -que en su tiempo guardó chiles de conserva- que provocó que una de sus hermanas tomara una coloración amarillenta por vivir siempre bajo el terror de su existecia. Pululan en la noche de los cementerios ratas calvas que duermen. Circulan también decires populares según los cuales los piojos tienen en la espalda un ojo rasgado de tigre con pestañas verdes... Más hay también, ¡Oh tierra!, una madre que muerde feliz los cachetes de su hijo para sacarle chapas, una niña de la costa que viene al altiplano a mejorar su dicción y que en el fondo lo que quiere es ser sirena, y entre muchas maravillas más, un cuento, "Digo yo como vaca", que explica el feminismo con mayor claridad que los textos de más fama sobre el tema: "Si hubiera nacido vaca estaría contenta. Tendría un alma apacible y cuadrúpeda y unos ojos soñolientos. Triscaría prefiriendo el perfume del trébol a la madura caña. Por bonita habría de cercarme el bramido del toro. Pero yo siempre estaría inmóvil, solemnee, ídolo de la siesta infinita, mientras mis mandíbulas rumiaran suavemente la eternidad de la tarde."

Y sin más preámbulo, la sección "Dibújame un pinche borreguito", les presenta un par de ilustraciones caseras (de Nuria y su servitore), correspondientes al cuento que le da título al libro.




9 comentarios:

Memorias Educadas dijo...

A ver si en la biblioteca tienen o saben algo de ella. Bonito dibujo el de Nuria, y el tuyo también.

Poeta Nómada dijo...

La verdad que yo no sé usted como le hace, pero hay algo siempre de profundamente atractivo cuando escribe sobre alguien es una incitación plena y abierta a leer a ese escritor. Gracias a usted he conodico a Montiobbo, un poco más de Efraín Huerta y otros nombres que con frecuencia olvido pero que no tardo en recordar cuando estoy explorando los bazares de libros (o cuando estoy de suerte) las librerias del Fondo de Cultura.

Reptante dijo...

Aizury; gracias por la visita, ojalá realmente te hayas interesado en leerla; vale la pena. Y supongo que gracias también, por no decir que nuestros dibujos son pura paira mental inocente.

Décimo, muchas gracias por regresar. Y bueno, digamos que me gusta devolver un poquito de lo que ciertos escritores han hecho por mí, divulgando con ciertas triquiñuelas propias, algún mensaje interesante para la gente de mi generación, sobre su obra. Es bueno leer que te haya despertado tal interés. Y claro, cómo no recomendar a Montobbio que fue uno de mis detonantes para intentar hacer poesía, o de Huerta, que fue uno de los que me hizo templarla. Gracias por estos recorridos, incluídos los de las librerías.

Denzura dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Reptante dijo...

De qué otras cosas estarás hablando querida Maligna? Espero que sean cosas que te despierten la imaginación. Y bueno, me da gusto tenerte cerca siempre amiga.

Hasta pronto

La Nana dijo...

En primera déjeme le cuento que habla usted re bonito de la gente y hasta se antoja conocer, haber un día de esto que escribe de su servidora... en segundo la neta los dibujos me sosprenden!!! no le conocia tan buena faceta de ilustrador, supongo que mucho tuvo que ver la musa que lo acompaño en los trazos... y tercero jajajajaja gracias por los comentarios benebolentes recientemente publicados en mi humilde chiquero...

Reptante dijo...

A qué mi monstrua Adriana que habla y habla y nomás se contradice, pero qué bueno, y es que recuerdo que alguna vez me dijiste que para dibujar era yo algo menos que pésimo, y recuerdo que me dieron ganas de patearte. Ahora ya te quiero patear menos. Y bueno, cuando algo me gusta, normalmente intento darle un poco de mí a ese algo, y ya de rebote, pues... recomendarlo no? Y nada tienes qué agradecer, ya sabes que cuando algo me guste seré benevolente, sino, aguas mija, que la marcha de zacatecas te agarre confesada. Ya estaré de vuelta por tu cueva. Un beso adriana.

Reptante dijo...

A qué mi monstrua Adriana que habla y habla y nomás se contradice, pero qué bueno, y es que recuerdo que alguna vez me dijiste que para dibujar era yo algo menos que pésimo, y recuerdo que me dieron ganas de patearte. Ahora ya te quiero patear menos. Y bueno, cuando algo me gusta, normalmente intento darle un poco de mí a ese algo, y ya de rebote, pues... recomendarlo no? Y nada tienes qué agradecer, ya sabes que cuando algo me guste seré benevolente, sino, aguas mija, que la marcha de zacatecas te agarre confesada. Ya estaré de vuelta por tu cueva. Un beso adriana.

Zeuxis Vargas dijo...

Que felicidad la de la vaca. Nuestro Gabo escribió un librito; Otoño del patriarca, donde la carencia de puntos agota el aliento de la mente y hay que pedir prestada respiración a los ángeles pa poder seguirle la carrera a este loco cuando cuenta, pero hay una imagen, la de una vaca que mira el crepúsculo asomada en el balcón presidencial. Eso es felicidad y surrealismo, hay más en ese libro, el mejor, leeré a Dueñas con una risotada como reguero de vidrio sobre una losa de mármol, así lo dijo Gabo.