domingo, 19 de abril de 2009

Días de lucha.




Tal vez sólo en este país y en algunos de nuestro otro continente americano, donde la muerte y la opresión es una mezcla de recuerdos, magia, nostalgia y leyenda, el panorama de la lucha libre es una alegoría perfecta de lo que podría significar vivir siempre en domingo.

En ese rito lúdico de máscaras, mentadas de madre, teatro de la violencia aérea, y demáses, bien podría encontrarse una sincretización de los elementos prehispánicos donde el lado de los buenos: los científicos de la esquina técnica, arremeten contra aquellos que osaron cruzar el portal del Mictlán, para pasar factura de residencia a los moradores del día. O también la arista menos dramática y mucho más juguetona de los bailes después de la colonia, en donde enmascarados representan a los invasores, a los animales sagrados y a otros tantos personajes no menos importantes, brindando un goce estético y representativo de los cultos del pasado y las batallas, a los provincianos en sus días de respiro dominical.

Al más puro estilo del pancracio romano, en donde el espectáculo servía para administrar violentas dósis de anestesia a las masas, la comitiva mexicana no dista mucho de aquella pauta dictada. Fuera de los fresas oportunistas y turistas que buscan en la lucha la risa estúpida, o el agrado curioso, el mundo dentro de las luchas para los que viven de y para las luchas, es una verdad totalizadora. Ellos adoptan la mentira desde niños, y como tales, se subliman ante la guarrería y la magia dentro de los encordados.

Vivir es peligroso, está de la chingada, pero también es mágico.

1 comentario:

Adriana dijo...

Esta es una de esas facetas ocultas que yo no le conocia a esa exótica persona que es usted... un buen blog, no le pare ya agarro ritmo, yo prometo estar leyendo