Existe una náusea horrorosa en nosotros los de casta flemática que nos da por ponernos intelectoguapachosos para apantallar señoritas, que en otra vida fueron perfumadas pueblerinas, testigos apremiantes de paseos dominicales en la Alameda.
Evidente es la forma en que heridos de alguna bala perdida, con el yerro del desinterés por la vida, nos enfrentamos como zombies trajeados en una peli de serie C, en homenaje a las glorias involuntarias del cine nacional.
Lo cierto, es que vivir es peligroso y no nos dimos cuenta, y también nos da igual, y cantamos pendejadas no aprendidas, con este sentimiento de haber habitado toda la vida en un puto domingo. Ahora sé lo fácil que sería reencarnar en un cabrón como Raúl Velasco, ahora sé lo que es decir aún hay más, a sabiendas de que al cabrón del astillero, se le olvidó colocar un timón a esta trajinera en la que navego.
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