lunes, 26 de abril de 2010

Camino a la redención


"Todos dicen que mi padre fue una mala persona, lo único que puedo decirles, es que fue mi padre".... Creo que más o menos esas eran las palabras de Michael Sullivan Junior al inicio y al final de la película "Camino a la perdición". Y más o menos podría apuntarse como el prólogo y epílogo que da secuencia narrativa al documental producido por el realizador argentino Nicolás Entel, "Los pecados de mi padre". De viva voz y en una forma confesional Pablo Escobar hijo, brinda una pormenorizada biografía compartida con su padre, desde la opulencia de ser el más alto y poderoso líder del crimen organizado en la Colombia de finales de los ochentas y principios de los noventas, hasta su declive y persecución por los hombres que en un pasado tuvieron con él vínculos muy cercanos.
Ser hijo del demonio no es fácil, cargar con toda esa genética que arrastra consigo las ansias del poder a costa de lo que sea, sobre las vidas de quien sea, sobre un país golpeado siglo tras siglo por las vejaciones de los nuevos mesías no fue cosa fácil. Y por eso, tal vez por eso, el valor de esta pieza documental tenga en sí su mayor mérito. Su no apología o humanización de lo inhumanizable, sino la búsqueda del perdón por los daños cometidos a una población que hasta estas fechas carga con un sinúmero de grupos paramilitares, cárteles de la droga y gente sin escrúpulos que tienen, al igual que nuestro país, el control bajo el régimen del miedo.
Si bien este documental rompe el estereotipo de lo subjetivamente informativo para convertirse en una dramatización documentada, al ser el arma conciliadora entre Pablo Escobar Jr y los hijos de los políticos que su padre mandó asesinar de forma cobarde a principios de los noventas, no deja de ser loable su función social de denuncia al subrayar con una pluma delineadora de sangre, la máxima por muchos de nosotros conocida: "El crimen no paga".
Cuántas historias como esta habrán de repetirse hasta el término de la humanidad para que al fin comprendamos como ente social, o mundial, que la vida humana está por encima de todo: ideales, ambición, poder... Tal vez es simplemente nuestra eterna condición animal y salvaje, llevada al límite, lo que nos impedirá por los siglos de los siglos entrar en razón.

4 comentarios:

Megara900 dijo...

A mi me llena de terror ver la manera en que alguien puede tomarse la soberana voluntad de arrancar la vida a alguien más. Yo no contemplo tanto dolor, no puedo, te imaginas cómo debe sentirse encontrar a alguien importante para ti torturado, muerto, en fin... esto ya es pan de todos los días en México y antes decíamos ahh Colombia allá está toda la droga, y no se en qué momento parpadeamos y aquí ya es una sucursal más grande y más cercana de todo, lo más terrible es que como orgullosos y rencorosos mexicanos que somos facilita la aplicación de más tipos de venganzas y de torturas. Creo que el crimen funciona de una manera: si castigas a alguien de manera indirecta, alguien que quiera mucho, alguien inocente, el sufrimiento será más grande.

Es bello, reconocer sobre todas las cosas que no podemos deshacernos del lazo que nos une a esas personas. A veces los padres venden su vida por ponernos el pan en la boca, otras ya es por vicio... pero cómo juzgar a un padre...


Me ha gustado y buscaré claro, esta película, gracias por tu reseña, me ha encantado :)

Reptante dijo...

Pues no sé Ali, desde que tengo uso de razón nuestro país es uno de los más grandes productores y comercializadores de droga, puesto que del otro lado de la frontera tenemos a los más grandes compradores de todo lo que se venda de lo que se venda en el mundo. Si bien yo vivo al centro y tú al norte, y estoy seguro que te toca verlo de una forma más directa, creo que es algo a lo que estamos ya casi acostumbrados, aunque igual tal vez no a las oleadas horribles de violencia que se han estado dando con la más o menos "actual caza del crimen organizado". Y sí, los vínculos familiares siempre pesarán en cualquier ámbito, pero creo que hay cosas que jamás podrían perdonarse y demasiadas cosas por las que se debe pedir perdón.

Muchas gracias por tu visita Ali.

Carolina dijo...

Leí hace unos días que el hijo de Escobar decía que lo único que heredó de su padre fue un reloj. Un poco irónico el asunto, de cargar con todo aquel daño a cuestas, sin ser el culpable de nada y sin ver un centavo al final.

Ha de ser una perspectiva interesante, mirar las cosas desde adentro. Abrazos.

Reptante dijo...

Bueno, sí sólo heredó un reloj creo que es algo justo, además, el dinero mal habido siempre será una maldición a cuestas. Y sí Caro, esta peli vale la pena, definitivamente. Es una peli sobre el perdón en esencia. Saludos.