
Terminada la operación infierno sobre los enemigos que nos construímos, necesario era para un sector de los Estados Unidos(la ralea más puerca y mafiosa de la que jamás la historia haya visto semejante parangón). inventar una nueva guerra para proveerse de nuevas materias primas y por supuesto, cantidades bestiales de dinero. Que Sadam Hussein jamás fue lo que podría decirse un santo, sino todo lo contrario; que George Bush necesitaba seguir alimentando las cabezas de sus votantes, educados bajo la linea "de somos los únicos seres merecedores de Dios en la tierra"; que la comunidad internacional nunca tuvo los tamaños huevos bien plantados para desarticular la conspiración generada desde la oficina oval en la casa blanca y así sembrar la duda sobre la producción y almacenamiento de armas de destrucción masiva en el corazón de Irak; que simplemente somos expectadores de las más nefastas triquiñuelas auspiciadas por los dueños de la urbe.
Partiendo de esta premisa pésimamente elaborada por mi parte, la película "The green Zone", basada en la novela del mismo nombre, el realizador Paul Greengrass, mayormente conocido por las últimas dos entregas de la trilogía Bourne, nos lleva, cámara en mano, de la mano del actor Matt Damon, que representa a un soldado insurgente de las fuerzas armadas norteaméricanas, a imbuírnos en las infernales calles de Bagdad para desenmarañar el complot organizado en por de debastar y someter a un país solamente porque tiene el control de uno de los bastiones más grandes de petróleo en el planeta.
Vertiginosamente, y poseedora desde ya, de una de las secuencias más interesantes del cine bélico y de acción, en donde un comando de fuerzas especiales somete a otro comando estadounidense para robarles a sus captores, piezas fundamentales en la investigación del supuesto almacenamiento de inexistentes armas de destrucción masiva, este filme es también una denuncia grandísima, contra un régimen, que sabiendas de que la ocupación es desleal, abusiva e ilógica, continúa manteniendo tropas sobre un territorio ajeno, y promoviendo un gobierno puramente de interés.
Otro punto a subrayar es la línea ética en donde nadie queda libre de culpas, la CIA con su desentendimiento, el ejército y su obediencia imbécil, el partido opresor de Hussein en el poder que erradicó a miles de curdos y sunitas por horrendos odios étnicos; nadie se salva. Sólo la conciencia de que todo algun día pueda ser salvado por la verdad. Enhorabuena, "La ciudad de las tormentas", es una película que no deben dejar pasar.