yace ante los ojos inmunes de una estatua,
como la esposa de un sueño congelado.
Los días detenidos y a cuentagotas
pasan como brisa mientras duerme
la siesta del tiempo, el final y la llegada.
El hombre es la manipulación expresa,
el ejemplo de la maldad
llevada a términos de la perfecta ecuación.
La mujer y la promesa,
la tácita ilusión, sistemática rudeza,
del que marca los días en la pared de su prisión.
julio 6 de 2oo6