lunes, 22 de noviembre de 2010

Un amor a pesar del amor

Debajo de la piel mi corazón te guarda,

esconde las cinco letras de tu nombre

y al fluir la sangre, la pulsación latente

ilumina cada noche, el sendero en que

contigo ya no soy un ser tan solo.



Hemos agredido la labor

de contemplar a solas

nuestras sombras, la noche

sobre la que caminamos.

Hemos transgredido la

simple barrera del amor mundano...



Tu desnudez tiene un aroma,

un sonar, un sonido,

eres una extensión de todo

lo que me nombra.



Sabes y conoces la mirada

del niño en el acantilado que separa

nuestros insignificantes planetas;



Una órbita cada noche nos acerca...

Amor es también este magnetismo

que a otros ha dado

por llamar costumbre.



Nos hemos comido las migajas

pues en cierta forma conocemos el camino.

Y cerramos los ojos para flotar

e invadir nuestros pensamientos,

dar momento a que me pienses

y tu mirada, por encima de mis ojos cerrados,

marque la pauta en que de noche,

un silente canto sonoro, llegue a los bosques

de nuestra luna, a tatuar la extraña nomenclatura

del pacto que nos une.



Te comparto mi amor que también es mi furia,

mi forma de llamarte a través de las estancias oscuras

de nuestros misterios y los espacios aéreos

que no podrán sortear, nuestras alas de mármol quebrado.



Te comparto mi muerte diaria, mi sonrisa,

rosa de pólvora, el entendimiento y la negación

de las verdades: toda sombra es relativa.



Y esta frase que apenas pronunciada

se desvanece en el olvido y gracia

de lo que es efímero: Te amo Nuria.